lunes, 18 de junio de 2007

El cluetrain y las organizaciones

12. No hay secretos. El mercado en red sabe más que las empresas acerca de sus propios productos. Y ya sea que las noticias sean buenas o malas, se las comunican a todo el mundo.

La revolución en las tecnologías de la información ha incrementado de manera dramática y exponencial el flujo a todos los niveles de insumos informativos, lo que se constituye en uno de los pilares fundamentales del proceso de globalización.

El incremento del volumen de información disponible permite la polinización cruzada de las culturas (una de las críticas fundamentales de Edward Said a la teoría del choque de civilizaciones) y corroe, sin por el momento destruir, el papel dominante del Estado como actor principal en el orden socioeconómico mundial.

El enfoque tradicional de las corporaciones sobre la información que se debe o no mantener en secreto, y de qué forma debería ser divulgada, necesita ser re-esquematizado de acuerdo al nuevo contexto. Una empresa que se aproxime a sus mercados de una forma opaca y poco clara, sin responder a sus expectativas y necesidades, y utilizando un lenguaje corporativo tradicional que no de respuesta a las inquietudes, será desplazada de los nuevos mercados inteligentes por corporaciones más ágiles y prestas a adaptarse a la nueva realidad.

Para las corporaciones, la facilidad de acceso a la información en el nuevo contexto global debe llevar a la adopción de canales de comunicación bi-direccional más directos con sus mercados. El distanciamiento burocrático, el alejamiento comunicacional y la opacidad en sus operaciones son apuestas que las empresas asumen en el siglo XXI bajo su propio riesgo.

13. Lo que ocurre en los mercados, también sucede entre los empleados. Una construcción metafísica llamada “Compañía” es lo único que queda entre los dos.

Las grandes empresas que no se han adaptado a la revolución en las tecnologías de la información, no se verifica como tal un proceso de comunicación entre los jefes y los empleados, y entre los empleados entre sí. Se verifica más bien transmisión de información, tal como lo plantea el modelo matemático de Shannon y Weaver, en la cual no se produce el role changing ni el feedback necesario entre las partes.

La emisión de directrices sin un conocimiento claro de los hechos produce no sólo distorsiones que llevan a la adopción de líneas de acción erradas, sino además genera alienación en los estratos inferiores de la burocracia, con la consiguiente reducción en los niveles de productividad.

La celeridad en los flujos informativos debe llevar a asumir a los gerentes que sus empleados en todos los estratos conocen el estado de las cosas, y que tienen algo que aportar en las decisiones, sobre todo aquellos que están en contacto más directo con los mercados.

Si la corporación está burocratizada y acartonada dentro de su funcionamiento interno, es obvio que su interacción con los nuevos mercados inteligentes no será la óptima. Todos los recursos que se inviertan en marketing y relaciones públicas no incidirán en la reversión de este proceso de ruptura con los mercados, que preferirán abordar a corporaciones dinámicas con las cuales puedan establecer un diálogo efectivo.

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